Las relaciones humanas, las de pareja, han sido a lo largo de la historia fuente de placenteras convivencias… pero también de enormes tensiones y conflictos. Ninguna época ha sido ajena a ellas y, como no podía ser menos, tampoco lo fueron aquellas personas que habitaron la ciudad de Algeciras en los ya lejanos tiempos del siglo XIX.

Aunque la documentación existente en los archivos oficiales no es abundante en la referencia a estos temas, tan personales, e incluso íntimo, de las relaciones matrimoniales, a veces, no muchas, aparecen informaciones sobre profundas desavenencias, rupturas y la presencia de hijos naturales habidos de relaciones extramatrimoniales.

Veamos algunas de ellas.

En el año de 1826 don Andrés Borrego, que decía ser comerciante en la ciudad de Gibraltar, manifestaba ante el notario algecireño don Miguel Colety que estaba casado con doña Ramona Bracho desde hacía por lo menos tres años, que de ese matrimonio había nacido su hijo Miguel Borrego y que ella llevaba tiempo residiendo en Málaga. Y añadía que “…posteriormente la citada su mujer se separó de él hace tiempo de más de diez meses,…,y durante esta ausencia ha sabido a ciencia fija que su mujer ha dado a luz un nuevo hijo, producto indudablemente de ilegítimo comercio con otro hombre,…” Don Andrés manifestaba desconocer al hijo adulterino y “… en caso de que el Bautismo se le haya extendido la partida como perteneciente a él, sea esta nula y de ningún valor y sin que jamás pueda tomar su apellido ni tampoco heredar sus bienes en ninguna forma…”

Otro tipo de documento en el que, a veces, podemos encontrar datos acerca de la existencia de hijos naturales [El lector se asombraría de la cantidad de hijos naturales que aparecen recogidos en los registros parroquiales de la época.] son los testamentos. Uno de ellos, del año 1830, lo realizó una mujer llamada Ángela Estévez, natural de, que había contraído matrimonio facie eclesiae, es decir, canónicamente con Montevideo un tal Manuel Luna que estuvo confinado en presidio de Ceuta y del que había enviudado. En esas circunstancias “… contrajo conocimiento y parentesco carnal con Gabriel Alarcón, soldado del Regimiento de Infantería del Infante, Quarto de Línea, el cual se halla de guarnición en Málaga, siendo el expresado Alarcón soltero en cuyo estado subsiste y de él he tenido una niña que en el día de hoy se halla como en edad de veinte y ocho meses y a la cual se bautizó en la Pila de esta ciudad como de padres no conocidos y a quién se le puso el nombre de Juana Gabriela Ramona…” Declaraba Ángela que la niña era suya y de Gabriel y que durante el matrimonio con Luna no tuvo hijo alguno. Añadía que su hija natural aún no había sido reconocida por su padre, en razón de que estaban esperando que se licenciara del ejército para casarse y reconocerla. Ángela nombraba tutor de la niña a su padre “…por su buena conducta, honradez y amor que profesa a su hija y por qué no dudo cuidará con el mayor esmero de la conservación y aumento de dichos bienes…” citados con anterioridad. Ángela Estévez no firmo su testamento por no saber escribir.