Imagínate una hoja que no ha sentido nunca el rocío. Ni el alba ha visto.
Una lámina tan tierna y tan temprana que su verde no lo es, pero va siendo.

La luz la despierta y su fábrica química saluda al sol, y
lo siente. La miras y ves lo que ves, pero no ves lo que está pasando por primera vez. Es,
también, la última vez de algo, como el resplandor de la corza detenida, un
momento, en el claro de luna. Tu sorpresa fue la suya y sabes que, por eso,
nunca volverá. Instantes. Inicios. Finales. Buscamos eso. Pagamos por ello
y lo tenemos dentro. Todo se renueva sin que lo veamos. Sin pedir permiso.
¿Podemos percibirlo?Camino, troto o pienso. Visito mis estancias. Dejo
lugar y pido sitio. ¿A dónde lleva el tiempo? Respuestas. ¡Respuestas! Un
país hay donde todo te conmueve y, sabiendo que no importa, te importa.
Contarlo importa. Escucharlo importa. Compartir. Amar. Discutir y
descubrir. Importan. Duele lo que duele y no duele lo que no duele, pero, a
veces, se cambian la plaza. Misterios. Un pensamiento como un sueño y,
un sueño, que será pensamiento.