El joven se vio frente al espejo de su laboratorio. Acababa de ingerir el producto químico de su invención que había preparado para liberar el lado malo de su condición humana. Después de arderle el vientre, contempló cómo su rostro cambiaba. De una apariencia noble y serena pasó a una faz monstruosa, con la mirada de un asesino. Salió a la calle y comenzó a perpetrar crímenes bajo la niebla londinense, sin poder evitarlo… De repente, el joven se retiró las gafas y suspiró aliviado. Le temblaba todo el cuerpo. El responsable de aquel negocio se dirigió a él y le dijo: «¿Da por terminada la experiencia Hyde? ¿Desea verse ahora en la piel de un muerto viviente antropófago?». «¡No! —respondió al instante—. Mejor prefiero vivir la experiencia de Peter Pan». Así que se colocó de nuevo las gafas, dentro de aquel recinto circular y acolchado de dimensiones considerables, y se preparó para vivir una realidad virtual más tranquila y placentera.